Confinados en nuestro mundo
Los días de confinamiento se alargan, exploramos espacios nuevos en nosotros, en nuestro entorno. El mio se sitúa en una parcela de la Serra de la Marina de la provincia de Barcelona, en la comarca del Maresme.
Transcurridos más de cuatro años, cuando tuve que dejar mi vida en la Ciudad, me he congratulado de mi reencuentro con la tierra, el silencio, el ámbito rural,... hoy el confinamiento por coronavirus no me encierra entre paredes urbanas, me reconcilio con la vida pausada del ritmo de la naturaleza. La joven primavera irrumpe con su gran fuerza vital, desmiente los miedos y paranoias propagados por débiles gobiernos desconcertados.
Nuestro refugio son esos pequeños espacios personales de gozo que aparecen pausada y levemente en esas horas quietas, que ahora son alargadas.
Hoy está lloviendo, no veo el mar ni la ciudad lejanos, la niebla y la lluvia me lo impiden. Al salir de mi cabaña veo la secuencia de las gotitas de lluvia en las ramas del tilo a modo de testimonio de las filas de gente ante las puertas de los supermercados; tambien me sugiere el continuum de las etapas de nuestras vidas que consumaremos inevitablemente, tal vez sin saber cómo llegamos hasta Ahí. Todo un poema. Y la vida sigue...
No hay comentarios:
Publicar un comentario